Cuando se termina la vida útil de un plástico, este puede además de reciclarse o reutilizarse, biodegradarse. El proceso de biodegradación busca reducir el impacto ambiental acelerando el proceso de descomposición del objeto.
Para llevar a cabo este proceso de biodegradación se aprovecha el poder de microorganismos (normalmente bacterias y hongos) que viven en el ambiente para descomponer el plástico de manera segura y eficaz.
Ambiente de disposición final (donde se van a depositar los residuos):
Diferentes instituciones han desarrollado normas que regulan y miden los procesos de degradación. Teniendo en cuenta sus diferentes recomendaciones (donde jugará un papel clave las condiciones ambientales específicas) se puede afirmar que algunos parámetros que se tienen en cuenta para medir la degradación son:
A modo de resumen, para que un material sea aprobado como biodegradable, no debe tardar más de seis meses en desintegrase. Y el material resultante no podrá contener metales pesados por encima del 50%.
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